Aunque normalmente aquí me pongo a escribir cosas un poco más serias, (o a berrear por deporte) mañana culmina uno de los mayores retos que me he puesto en mi vida y, no sé si ando nostálgica o si es la ansiedad, pero tengo demasiados sentimientos a flor de piel por lo que decidí entonces mejor sacar cosas de adentro antes que explote con tanto enredo:
Si usted es lector viejo de mi blog, probablemente conoce mi historia con respecto a los exámenes de matemáticas de bachillerato, si no, entonces le recomiendo primero pasar por acá y ponerse al día antes de continuar.
Volviendo al tema, este año finalmente me voy a graduar de licenciada en psicología, de nuevo con graduación de honor y habiendo finalizado mis estudios haciendo algo que siempre había soñado: un libro, en este caso un manual. Esto es importante para mi, pues cumple con algo que siempre quise y que es que mi trabajo final de graduación no fuera algo que metieron en la biblioteca de la Universidad a llevar polvo y jamás nadie va a encontrar útil. Mi compañera y yo hicimos algo que puede hacer cambios positivos y eso me emociona sobremanera. Además este año cumplo 35 años, marcando el décimo año de estudios para poder lograr llegar a ser psicóloga. El orgullo que siento es grande, no lo negaré. Y mucho me ha costado: económicamente, horas de sueño, mucho trabajo, todo…pero lo logré y eso es lo que más me satisface.
Otra cosa que me hace muy «adulta» es que el año pasado me casé, y compré carro para mi sola. También me empecé a cuidar más como la «señora que soy», pensando en que no me estoy poniendo más jóven y aunque no me interesa vivir un montón de años, los que viva quiero estar sana: dejé de fumar, me arreglé los dientes, como mejor, hago ejercicio y tomo mucho menos. Finalmente, algo que me hace más «adulta» quizá son unas cuantas cachetadas que me llevé, donde aprendí finalmente lo falsa y come mierda que puede ser la gente, y que con tal de, ya sea cumplir con apariencias o joderte la vida por pura envidia, insatisfacción o aburrimiento, son capaces de muchas cosas y de pasarle por encima a quien sea. También descubrí que la gente puede ser tan infeliz que prefiere inventarse una vida imaginaria, con amigos imaginarios y satisfacciones imaginarias con tal de no perder estatus.
Yo sé que yo no soy perfecta, de hecho estoy súper lejos de serlo, pero he aceptado mis limitaciones y errores por completo y vivo feliz. Tampoco he temido dar la cara cuando he cometido un error, ni he mentido para hacer a otros sentir mejor como la más hipócrita, tampoco le he hecho la masaguada a nadie, he sido diplomática cuando he tenido que serlo, pero no le he pelado el diente alguien para luego hacerlo mierda a sus espaldas. Eso, a pesar que me ha causado graves problemas (quien se iba a imaginar) por lo menos me da la paz de que he sido fiel a quien soy. Y esto me hace pensar de verdad que yo, con todos mis errores, lo mal hablada que soy, lo malcriada y demás, soy alguien de quien estoy EXAGERADAMENTE ORGULLOSA.
Y es que hacía en mi cabeza un «recuento de los daños» y sí, hay cosas que perdí, que me duelen montones y sí, que lloro largo y tendido de vez en cuando, pero a fin de cuentas si no están en mi vida es porque del todo no debían estar ahí. He aprendido a quedarme con lo que me ayuda a crecer, lo que me hace mejor persona y a agradecerlo. He aprendido no solo a ser psicóloga, he aprendido a ser agradecida y feliz.
Ahora que soy adulta, y señora además, veo como el sufrimiento es absolutamente necesario, es absolutamente necesario que duelan las cosas para saber que valen la pena. Es absolutamente necesario dejar de medirse con las reglas de alguien más o compararse y es absolutamente necesario permitirse ser feliz orgánicamente, no con alicientes vanales o curitas que nos sacan una sonrisa momentánea.
Que tengan todos un hermoso día.